sábado, 29 de diciembre de 2018

Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco, Navidad 2018



Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco, Navidad 2018
Balcón central de la Basílica Vaticana
Martes, 25 de diciembre de 2018


 Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Navidad!
A vosotros, fieles de Roma, a vosotros, peregrinos, y a todos los que estáis conectados desde todas las partes del mundo, renuevo el gozoso anuncio de Belén: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14).

Como los pastores, que fueron los primeros en llegar a la gruta, contemplamos asombrados la señal que Dios nos ha dado: «Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). En silencio, nos arrodillamos y adoramos.

¿Y qué nos dice este Niño, que nos ha nacido de la Virgen María? ¿Cuál es el mensaje universal de la Navidad? Nos dice que Dios es Padre bueno y nosotros somos todos hermanos.
Esta verdad está en la base de la visión cristiana de la humanidad. Sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu.

Por eso, mi deseo de feliz Navidad es un deseo de fraternidad.
Fraternidad entre personas de toda nación y cultura.
Fraternidad entre personas con ideas diferentes, pero capaces de respetarse y de escuchar al otro.
Fraternidad entre personas de diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de Dios a todos aquellos que lo buscan.

Y el rostro de Dios se ha manifestado en un rostro humano concreto. No apareció como un ángel, sino como un hombre, nacido en un tiempo y un lugar. Así, con su encarnación, el Hijo de Dios nos indica que la salvación pasa a través del amor, la acogida y el respeto de nuestra pobre humanidad, que todos compartimos en una gran variedad de etnias, de lenguas, de culturas…, pero todos hermanos en humanidad.
Entonces, nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos.

La experiencia de la familia nos lo enseña: siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de los padres nos ayuda a querernos. Lo mismo vale para la familia humana, pero aquí Dios es el “padre”, el fundamento y la fuerza de nuestra fraternidad.

Que en esta Navidad redescubramos los nexos de fraternidad que nos unen como seres humanos y vinculan a todos los pueblos. Que haga posible que israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un camino de paz que ponga fin a un conflicto que ―desde hace más de setenta años― lacera la Tierra elegida por el Señor para mostrar su rostro de amor.

Que el Niño Jesús permita a la amada y martirizada Siria que vuelva a encontrar la fraternidad después de largos años de guerra. Que la Comunidad internacional se esfuerce firmemente por hallar una solución política que deje de lado las divisiones y los intereses creados para que el pueblo sirio, especialmente quienes tuvieron que dejar las propias tierras y buscar refugio en otro lugar, pueda volver a vivir en paz en su patria.

Pienso en Yemen, con la esperanza de que la tregua alcanzada por mediación de la Comunidad internacional pueda aliviar finalmente a tantos niños y a las poblaciones, exhaustos por la guerra y el hambre.

Pienso también en África, donde millones de personas están refugiadas o desplazadas y necesitan asistencia humanitaria y seguridad alimentaria. Que el divino Niño, Rey de la paz, acalle las armas y haga surgir un nuevo amanecer de fraternidad en todo el continente, y bendiga los esfuerzos de quienes se comprometen por promover caminos de reconciliación a nivel político y social.

Que la Navidad fortalezca los vínculos fraternos que unen la Península coreana y permita que se continúe el camino de acercamiento puesto en marcha, y que se alcancen soluciones compartidas que aseguren a todos el desarrollo y el bienestar.

Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población.

Que el Señor que nace dé consuelo a la amada Ucrania, ansiosa por reconquistar una paz duradera que tarda en llegar. Solo con la paz, respetuosa de los derechos de toda nación, el país puede recuperarse de los sufrimientos padecidos y reestablecer condiciones dignas para los propios ciudadanos. Me siento cercano a las comunidades cristianas de esa región, y pido que se puedan tejer relaciones de fraternidad y amistad.

Que delante del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país.

Deseo recordar a los pueblos que sufren las colonizaciones ideológicas, culturales y económicas viendo lacerada su libertad y su identidad, y que sufren por el hambre y la falta de servicios educativos y sanitarios.

Dirijo un recuerdo particular a nuestros hermanos y hermanas que celebran la Natividad del Señor en contextos difíciles, por no decir hostiles, especialmente allí donde la comunidad cristiana es una minoría, a menudo vulnerable o no considerada. Que el Señor les conceda ―a ellos y a todas las comunidades minoritarias― vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre todo a la libertad religiosa.

Que el Niño pequeño y con frío que contemplamos hoy en el pesebre proteja a todos los niños de la tierra y a toda persona frágil, indefensa y descartada. Que todos podamos recibir paz y consuelo por el nacimiento del Salvador y, sintiéndonos amados por el único Padre celestial, reencontrarnos y vivir como hermanos.

jueves, 1 de marzo de 2018

TERCER ANIVERSARIO DE LA CAPILLA DE LA ADORACIÓN PERPETUA EN GANDIA

VUESTRAS HERMANAS CLARISAS

TERCER ANIVERSARIO DE LA CAPILLA DE LA ADORACIÓN
PERPETUA EN GANDIA

“Oh admirable celsitud y asombrosa condescendencia! !Oh sublime humildad! !Oh humilde sublimidad, que el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla hasta el punto de esconderse, para nuestra salvación, bajo una pequeña forma de pan! Mirad, hermanos, la humildad de Dios y derramad ante él vuestros corazones.”
San Francisco

Queridos hermanos:¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar!
No queríamos dejar pasar la oportunidad de compartir con vosotros nuestro testimonio de estos tres años de la Capilla de la Adoración Perpetua en nuestra casa. Y es que han sido tres años de mucho gozo y fruto espiritual en esta pequeña Comunidad. El día en que D. Rafael nos comunicó que se estaba viendo la posibilidad de abrir la Capilla en nuestra Iglesia, casi no lo podíamos creer; ha sido uno de los mayores dones que nos ha hecho el Señor en los últimos años.

Nosotras, como Hermanas Pobres de Santa Clara, seguimos las huellas y el ejemplo de nuestros padres S. Francisco y S. Clara, que eran muy amantes de Jesucristo Eucaristía, como se deduce de la lectura de sus escritos y del testimonio de los documentos biográficos. Nuestro carisma nace de la contemplación de Cristo anonadado, pobre, crucificado… Y qué mayor anonadamiento que el de Jesucristo “escondido” en un pedazo de pan por nuestro amor. San Francisco, al descubrir este misterio del Amor de Dios, que mendiga nuestro pobre amor y que muchas veces sólo recibe a cambio ingratitud, no podía más que exclamar: “¡El Amor no es amado, el Amor no es amado!”. Y como respuesta a este grito, nosotras vivimos desgastando nuestras vidas a los pies de Jesús, amando, creyendo, orando y adorando por todos aquellos que no lo hacen. Así que podéis haceros una idea del inmenso regalo que supone para nosotras tenerlo expuesto todos los días y a todas horas en esta Capilla. Siempre que entramos en el coro, Él está ya allí esperándonos, buscándonos, y deseando que nuestro corazón esté sediento de Él. ¿Qué más dan las preocupaciones, los problemas y dificultades, cuando lo tenemos a Él ahí presente, vivo y verdadero? Como diría NPS Francisco: “gran miseria y miserable flaqueza, es que cuando lo tenéis tan presente a él en persona, vosotros os preocupéis de otra cosa”.

Asimismo, la Iglesia, como contemplativas, nos ha confiado el cuidado de la oración litúrgica, y gracias a la Capilla de Adoración, podemos compartir con todos los que os acercáis a ella, el rezo de la Liturgia de las Horas, lo que supone para nosotras un gran gozo y un motivo constante de agradecimiento al Señor. Gracias a todos los que hacéis posible que la puerta de esta Capilla esté abierta 24 horas para todo aquel que lo necesite y desee. Ojalá que nuestra casa sea siempre un lugar de descanso y de encuentro con Dios, un lugar donde “el Amor sea amado”
Vuestras hermanas clarisas.

Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2018